Este es mi espacio virtual, en el quiero verter recuerdos, compartir vivencias, contar anécdotas alegres o tristes, expresar libremente mis opiniones e ideas, dar rienda suelta a inquietudes añejas… Revivir nostalgias para matar el gorrión, liquidar esa tristeza melancólica que nos deja un grato recuerdo del ayer...

martes, 11 de diciembre de 2012

ACTIVIDADES POR EL CINCUENTENARIO DEL IPUE "RAÚL CEPERO BONILLA"

El pasado lunes 3 de diciembre se cumplieron 50 años de la fundación del Instituto Preuniversitario Especial "Raúl Cepero Bonolla". Con motivo de este aniversario, un grupo de ex alumnos y profesores realizaron una actividad donde fue develada una tarja comemorativa en su sede original, antiguo Colegio del Apostolado en 21 y Paseo, Vedado.

Sigue a continuación la comunicación enviada por el Comité Organizador de la actividad:


Queridas y queridos condiscípulos del Cepero:

Ante todo y por favor, excúsennos que este mensaje salga con retraso pero a veces las comunicaciones nos juegan una mala pasada…

Esta vez el propósito es compartir con Uds. algunas impresiones así como un par de testimonios gráficos de las dos primeras actividades en que hemos participado a propósito del 50 Aniversario de la creación del Instituto Pre-Universitario Especial “Raúl Cepero Bonilla” (RCB).

Las 9 generaciones que conformaron el RCB (1962-1973) decidieron festejar las cinco décadas el pasado domingo 2 de diciembre mediante una visita a los predios del RCB en la querida dirección de José Antonio Saco 364, Municipio 10 de Octubre, a veces referida como “los Maristas de la Víbora”. Dicha visita fue todo un éxito de convocatoria y de desarrollo. Se puede afirmar sin exageración que desde las 10:00am hasta las 12m de dicho domingo vivimos un torbellino de emociones, reencuentros, recuerdos, abrazos, sorpresas… todos de dimensiones telúricas.

En nuestra celebérrima capilla de los Maristas, desde 1963 transformada en salón de actos, y a la convocatoria de los tres archiconocidos timbres, nos reunimos para, entre otras cosas, oír a un miembro de cada una de las 9 generaciones del RCB. La primera generación estuvo representada por Delia; la segunda, por Carolina de la Torre. El mensaje de Delia respondía a una exigencia de los organizadores: buscar una frase que caracterizara al primer grupo. La manera en que ella resolvió el requisito fue preguntar: “¿Quién mató al comendador?” que todos respondimos a voz en cuello: “¡Fuenteovejuna, señor!”, a lo cual siguió: “¿Y quién es Fuenteovejuna?” que coronamos por un categórico “¡Todos a una!”. Carolina, sicóloga al fin, comparó nuestra reunión con las que propician corporaciones y compañías globales, a guisa de encierro, para lograr una catarsis colectiva de sus ejecutivos. En esa comparación se llegó a la conclusión que el encuentro del RCB supera con creces a cualquiera de las entidades mundiales que han sido, son e incluso serán (¡modestos nosotros, los del Cepero – jajaja!).

Permítansenos una nota más sobre lo que aconteció el domingo en “los Maristas” y que resultó muy reconfortante: la chispa, la inteligencia, el sentido del humor, las ocurrencias de los ceperianos… fueron patrimonio de las 9 generaciones: ¡qué orgullo!

Posteriormente, el propio domingo, hubo un almuerzo-fiesta en Expocuba que cerró con comida, bebida, baile, bromas y diversión lo que fue una jornada exultante.

La segunda actividad, menor en cantidad pero contundente en lo sentimental, tuvo lugar el lunes 3 de diciembre, el propio día del establecimiento del RCB en lo que fueron sus predios originales: 21 y Paseo, “el antiguo Apostolado”. A las 11 de la mañana nos reunimos un grupo pequeño, en comparación con el día anterior, de alumnos de varias generaciones pero con énfasis en la primera de ellas, para develar una placa que trata de perpetuar en la memoria colectiva lo que allí comenzó hace medio siglo.

Delia hizo las veces de maestra de ceremonia, Carlos Sánchez leyó un texto a nombre de los alumnos y Nuria Nuiry, nuestra querida profesora de Literatura, habló en representación de profesores y trabajadores del RCB mientras que Fifa tuvo a su cargo quitar el velo de la tarja. De allí salimos agotados en lo afectivo pero llenos de regocijo. En estos días seguiremos preparando nuestro pequeño ágape del domingo 23 de diciembre durante el cual, entre otras cosas, presentaremos el documental que se está editando sobre lo que fue el RCB, así como un DVD con documentos, fotos (ayer y hoy), así como canciones y fragmentos de películas de “los viejos tiempos”. Pronto enviaremos más información sobre los preparativos.

Abrazos a todos,

COMITÉ ORGANIZADOR.



Texto leído por el ex alumno fundador Carlos Sanchez:

La Habana, 3 de diciembre 2012

Queridos profesores y trabajadores del Cepero Bonilla.
Queridas hermanas y hermanos ceperianos.
Estimados compañeros presentes:

Por extraña casualidad, o quizás mejor causalidad (donde participa el capricho de los años bisiestos y el de los números primos), el 3 de diciembre de 1962 fue un lunes, tal y como está ocurriendo hoy, lunes 3 de diciembre de 2012, 50 años más tarde. Ese día de 1962 y en estos predios comenzó sus funciones un instituto pre-universitario, de carácter especial, cuyos integrantes habían sido escogidos a lo largo y ancho de la isla de Cuba, mediante aplicación de pruebas sicométricas que trataban de medir, sobre todo, las aptitudes de los estudiantes para lograr de ellos destacados bachilleres en ciencias y letras.

Un par de días antes, el sábado 1ro y el domingo 2 de 1962, comenzaron a llegar a cuentagotas quienes serían los alumnos de la primera generación de dicho pre-universitario, a la sazón todavía sin nombre. El goteo duró todo el mes de diciembre de 1962 hasta que, al cierre del año, un total de 56 alumnos integraban la nómina del plantel.

Todavía el mes de enero de 1963 vio llegar a uno más y, a pesar de la decisión del Director de terminar con “el goteo”, el siguiente mes de febrero sirvió para acoger a un trasnochado cuya llegada cerró la cifra de alumnos de la primera generación en un total de 58, número que para los que integramos dicha generación, de jóvenes con mente inquieta, se transformó en una suerte de cábala: 56 es el sexto número tetraédrico, suma de números triangulares, representativo de una forma tradicional de apilar objetos como naranjas o balas de cañón. Pero, ¿qué rayos representa 58? El nombre del centro surgió después de comenzadas sus funciones, sobre la marcha y de manera espontánea, mediante un muy singular proceso democrático-docente en el que participaron los propios estudiantes bajo la tutela conjunta de su director inicial, el Dr. Francisco Calle Blanco, y de sus profesores.

Surgió así el Instituto Pre-Universitario Especial “Raúl Cepero Bonilla” en honor al insigne Ministro del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, fallecido el 27 de noviembre de ese mismo año.

Cepero Bonilla había sido un hombre polifacético, Doctor en Derecho Civil, Profesor de Sociología en el Instituto del Vedado, había trabajado como economista, historiador y periodista, perseguido y detenido en varias ocasiones por la dictadura de Batista por la expresión franca de sus ideas revolucionarias.

Al triunfo de la Revolución fue Ministro de Comercio y era Presidente del Banco Nacional cuando fue designado a presidir la delegación cubana a una conferencia de Economía Internacional de la FAO, en Brasil. A su regreso tuvo el fatal accidente aéreo que truncó su vida con solo 42 años.

Este edificio de Paseo y 21, ante cuya puerta de entrada hoy nos congregamos, acogió en forma de beca completa (aulas, dormitorios, comedor y demás facilidades) a una experiencia inédita, casi insólita, de reunir a un grupo destacado de estudiantes y propiciarles una formación sólida, contundente, tanto en lo académico como en lo ético, a fin de lograr los profesionales que el país precisaba en momentos que excedían cualquier tipo de epopeya.

Baste recordar que el “Cepero Bonilla” nace en un momento cercano a la Campaña de Alfabetización, muy próximo a la Primera Recogida de Café y poco después de la Crisis de Octubre (¡casi nada!).

Si exigente fue la selección de los educandos, no menos fue la del cuerpo de profesores. La perseverancia y la labor de convencimiento del Dr. Calle, hicieron que una pléyade de profesionales de valía dedicara sus mejores empeños en propiciar un programa de primera línea a los discípulos del Cepero Bonilla.

Vale la pena recordar aquí al profesor Montero y a la profesora Belmonte, ambos de la cátedra de matemática; al profesor García de la Vega en química; a la profesora Prol en francés, a la profesora Van der Henz en inglés; al profesor Pérez Arteche en física; a la profesora Varona, en geografía, la profesora Pérez Rolo en historia, al profesor Jústiz consultante en los estudios nocturnos. Y a la inolvidable profesora Nuiry, nuestra querida Nuria, hoy aquí presente, que nos condujo por los caminos de las letras en quizás uno de los derroteros que más marcó nuestras emergentes personalidades y que dio lugar a gran parte del anecdotario de lo que fue el Cepero Bonilla.

La literatura nos hacía reflexionar en términos morales, históricos, filosóficos y hasta humorísticos. Muchas de las frases que hicieron época entre profesores y alumnos provinieron de nuestras aventuras literarias. Por ellas supimos quien mató al comendador (¡Fuenteovejuna, señor!) y que Fuenteovejuna era… ¡todos a una!

Aprendimos que toda la vida es sueño y que los sueños, sueños son; pero enseguida nos despertamos con los tempestuosos amores de Don Juan y Doña Inés, para terminar, unidos y también revueltos, en una obra de teatro que, mezcla de clasicismo y mezcla de vernáculo, resumió todo un primer año de novelas, mitología, dramaturgia y poesía.

Aquel primer curso en que el Instituto Pre-Universitario Especial “Raúl Cepero Bonilla” consolidó su institucionalidad a través de un puñado de alumnos y profesores, en esta, su sede de Paseo y 21, fue un año de magia diaria. Por decisión conjunta, en un segundo ejercicio democrático-docente, se decidió alargar nuestras horas de docencia con una mañana adicional, la del sábado, para así buscar espacio durante la semana a la enseñanza técnica dentro del currículo académico clásico.

Mecánica, electricidad, galvanotecnia, alfarería, carpintería… eran opciones que nos propiciaban contacto con la realidad más manual, más aterrizada, a fin de que, junto con nuestros títulos de bachilleres, recibiéramos el de técnico de nivel medio en alguno de los oficios antes referidos.

La dinámica era incontrolable. La idea de dedicar una noche a la semana a recibir conferencias, visitar exposiciones o disfrutar de funciones de teatro, música o cine, traería secuelas en el régimen académico.

Una clase magistral de guitarra terminó con el establecimiento de un grupo de guitarra, liderado por la profesora Juliachs, que hizo historia en el centro.

Una función de “Luisa Fernanda”, la famosa zarzuela española, nos dejó cantando la “Mazurca de la Sombrilla” y elaborando una parodia del coro de la Vadeadores que sirvió como himno al taller de galvanotecnia.

Una conferencia sobre judo, por el profesor Heriberto García, cinta negra y cuarto dan, a la sazón el judoca más experimentado de Cuba, resultó en la inclusión de judo como una asignatura más para la cual dedicábamos parte de la noche: Educación Física y Judo fueron, a partir de entonces, la contraparte corporal del esfuerzo mental que un pre-universitario tan intelectualmente intenso imponía a sus pupilos.

En forma de broma, por supuesto, se podría decir que llegamos a temer aquellas veladas del viernes: ¿hasta dónde podrían complicarnos la vida docente!

La conceptualización y el anecdotario podrían hacerse extremadamente largos y agotadores. No es éste lugar propicio para un recuento enjundioso y abarcador. Sirvan estas ligeras memorias como una degustación del banquete que fue aquel primer año del Cepero Bonilla.

Del claustro de profesores que estuvo a nuestra disposición durante el curso 62-63, pocos se encuentran hoy aquí con nosotros; de los trabajadores que apoyaron con su tesón diario la administración y la logística del centro, solo tenemos una. Finalmente, de los 58 alumnos que integraron la primera generación del Cepero Bonilla, 5 ya no nos acompañan en la aventura vital. En nombre de todos los fallecidos queremos pedir un minuto de silencio. Cuando el primer año finalizó, el Cepero Bonilla se vio confrontado con un cambio cuantitativo de envergadura: un segundo curso debía comenzar para el cual se seleccionaron unos 200 estudiantes de toda Cuba, desde oriente hasta occidente, provenientes tanto de áreas rurales como de áreas urbanas. Las paredes de Paseo y 21 de súbito se hicieron pequeñas y la institución tuvo que trasladar sus predios hacia la que fuera su sede definitiva en los llamados “Maristas de la Víbora”, en la calle José Antonio Saco.

Allá el Cepero Bonilla creció, se consolidó y dio paso a generaciones de estudiantes así como a un puñado importante de profesores, trabajadores y directores que lo llevaron a su establecimiento definitivo y de gran prestigio.

Llegado el momento, el Cepero Bonilla dio paso a otros proyectos, más abarcadores y más pegados a las necesidades sociales de sus respectivos tiempos, para continuarse en la reconocida Escuela Vocacional “Lenin”, en los pre-universitarios de ciencias exactas y en otras muchas iniciativas de enseñanza especializada que han sabido capitalizar las experiencias, los aciertos y también los equívocos del “Cepero” a fin de brindar una educación de excelencia y una formación social y ética en concordancia con los valores que Cuba ha defendido por años y que quizás constituyen el acervo más preciado de todos.

Y todo esto a partir de una idea nacida en 1962 dentro del cuerpo técnico del emergente Ministerio de Educación de Cuba, idea que fue endosada y llevada adelante por la dirección educacional del Gobierno Revolucionario. Esta simiente que apostaba hacia el futuro, sin dudas, dio frutos de gran calidad.

En recordación de aquellos tiempos, en recordación de los que contribuyeron a su realización, estamos hoy aquí develando una tarja que quiere festejar el acontecimiento y que deberá servir como incentivo a nuestras memorias, tanto individual como colectiva, a fin de recordar lo bueno, lo importante, lo trascendente, lo que hicimos… ¡y lo que TODAVÍA nos falta por hacer!

Gracias a todos los que hoy nos acompañan. Es un gran regocijo para nosotros vernos aquí reunidos. Cobra fuerza la idea de convocar a una reunión anual de ceperianos.

¡Ojalá que esto se haga realidad y durante muchos años más nos sigamos congregando anualmente!

MUCHAS GRACIAS A TODOS.