Este es mi espacio virtual, en el quiero verter recuerdos, compartir vivencias, contar anécdotas alegres o tristes, expresar libremente mis opiniones e ideas, dar rienda suelta a inquietudes añejas… Revivir nostalgias para matar el gorrión, liquidar esa tristeza melancólica que nos deja un grato recuerdo del ayer...

viernes, 12 de marzo de 2010

(II) ¿POR QUÉ ERA “ESPECIAL” EL PREUNIVERSITARIO “RAÚL CEPERO BONILLA”?


El “Cepero” o el “Bonilla” como cariñosamente lo llamamos los que tuvimos la suerte de pasar parte de nuestra adolescencia en ese plantel, era especial, no porque reuniera a un grupo de estudiantes de alto coeficiente intelectual, si no por la idea en que se basaba: realizar un proyecto, que englobara todos los aspectos esenciales para la preparación de unos profesionales con la formación sólida e integral que se buscaba y que creo, se inspiraba fundamentalmente en el ideario martiano. Debo señalar que el más ferviente defensor de esa idea era el director Francisco Calle ("El Pancho", personaje muy controvertido al que es necesario dedicar un post), quien con una gran visión de futuro, trató siempre de mantener y desarrollar aquellos originales métodos docente-educativos, luchando decididamente, contra todos los obstáculos que comenzaron a surgir en el camino.
El “Cepero” era especial, porque ejercía su autonomía y el claustro de profesores tenía total libertad para confeccionar los planes de estudios propios, cuyos contenidos diferían y sobrepasaban el nivel tanto cualitativo como cuantitativo de los que se realizaban en el resto de los centros educativos equivalentes.
El alcance y contenido de las clases era privativo de los profesores, que  también eran elegidos por su alto nivel docente y humano, verdaderos educadores de vasta experiencia, que ponían mucho énfasis en la activa participación de los alumnos y la profusa utilización de medios audiovisuales y otros recursos didácticos. Como ejemplo: cuando recibimos las clases de historia sobre el Impero Romano, nos llevaron a un cine y en sesión privada, nos proyectaron la oscarizada película “Julio Cesar” con Marlon Brando en el papel de Marco Antonio, que sirvió igualmente de referencia más tarde, cuando estudiamos la obra de Shakespeare en que se basa el film. También asistimos al Teatro Mella para ver Fuenteovejuna, cuando en Literatura estudiabamos la obra del escritor Lope de Vega
Las clases de idiomas eran impartidas en la lengua que se tratara, ya fuera francés o inglés, muy pocas veces los profesores acudían al español para explicar algún concepto o regla gramatical difíciles de entender.
Cada viernes en la noche recibíamos visitas de grandes personalidades del mundo científico, cultural, intelectual y especialistas en las más diversas ramas de saber, cubanos o extranjeros, los que nos impartían conferencias y respondían a cuanta pregunta e inquietud plantearan los alumnos Algunas de las charlas e intercambio duraron hasta altas horas de la noche. Recuerdo en particular las impartidas por el famoso neurocirujano Ramírez Corría, el escritor Lisandro Otero, la clase magistral de guitarra de Leo Brouwer y una de las más emotivas, la del científico chileno-letón Alejandro Lipschutz, que más que darnos una charla estuvo dando consejos e interrogándonos como hasta las tres de la madrugada.
Con cierta frecuencia se realizaba alguna actividad cultural fuera del plantel, como visitas dirigidas a museos, obras de teatro, exposiciones, etc. En una ocasión asistimos al teatro donde nos deleitamos con la zarzuela “Luisa Fernanda”, en otra a una exposición en la Biblioteca Nacional de cuadros de Wilfredo Lam, también visitamos el museo “Felipe Poey”, etc.
En este plantel el grupo inicial de 58 alumnos vivíamos cómodamente. A pesar de lo estricto del horario y de lo rigurosa de la disciplina, se convivía en una completa armonía.
La beca era de interno en el colegio, se salía de pase los sábados a mediodía y se entraba el domingo por la noche. Los alumnos de La Habana y cercanías nos íbamos a nuestras casas, mientras que los del interior podían dormir el sábado por la noche en la escuela.
Las clases las recibíamos en dos sesiones: mañana y tarde, con un intervalo para el almuerzo. Luego de la comida y unos minutos de descanso, se pasaba de nuevo a las aulas para realizar estudio individual o en grupo, cuidados y asesorados por los supervisores nocturnos Gastón Justiz y José Fernández Retamar.
Por las mañanas nos despertaban a las seis, hacíamos quince minutos de ejercicios, tomábamos una ducha de agua fría y nos disponíamos para el desayuno y al terminar este, nos reuníamos en el llamado matutino; en el que se analizaban las deficiencias encontradas el día anterior, referentes a la disciplina general, la docencia o cualquier otro problema organizativo o administrativo y se buscaban o daban soluciones a los mismos. Luego del matutino se pasaba a la primera sesión de clases.
En el llamado descanso activo después del almuerzo, se impartían clases de guitarra clásica y después de la sesión de la tarde aprendíamos a clasificar libros en la biblioteca por el sistema de Clasificación Decimal de Dewey.
La evaluación de los alumnos también era especial, se realizaba por medio de los llamados “controles” que se efectuaban sin previo aviso, por lo que había que ser muy sistemático en los estudios y estar al día en todas las asignaturas, pues no sabías cuando el rayo de Júpiter tronaría sobre tu cabeza. Los resultados de estos controles eran analizados por el claustro de profesores en reuniones periódicas y no eran conocidos por los alumnos. En ellas cada profesor emitía sus opiniones sobre cada estudiante en particular, se analizaba las calificaciones por él obtenidas, su comportamiento, dedicación al estudio y en general su actitud y eficiencia. Para pasar de nivel era necesario obtener el 80 % de los puntos y no el 70% que constituía el aprobado normal en ese tipo de enseñanza. No se permitía llevar ninguna asignatura de arrastre, quien tuviera un solo suspenso debía abandonar el “Cepero”. Era en una de estas reuniones al final del semestre que se tomaba la decisión conjunta por el claustro, si el alumno continuaba en el centro o era trasladado a otro.
Otra de las características especiales del “Cepero” era la obligatoriedad de las clases de Judo como una asignatura más, para ello se construyó un tatami en uno de los salones del colegio donde ejercitábamos esta disciplina dos veces en semana con el profesor Heriberto García, uno de los primeros cintas negras y cuarto dan del Judo cubano.
Para atender la salud bucal de alumnos y del personal docente y administrativo, fue montado todo un gabinete dental en un salón junto a la entrada principal.
Las clases de Educación Laboral las recibíamos en talleres ubicados en los centros de estudio de Ciudad Libertad (Antiguo Campamento Militar de Columbia). Hasta allí nos trasladaban en autobuses escolares una mañana cada semana.
Creo que en las incursiones a estos talleres comenzó a forjarse la leyenda de que constituíamos un grupo de élite, de sabios superdotados o de personas de una categoría superior, lo que a mi entender fueron los inicios de las socavaduras que dieron al traste con los cimientos de aquella grande y bella institución. Hago esta pequeña digresión del tema principal, porque recuerdo el trato despectivo de algunos profesores de aquellos talleres y los gritos de los alumnos radicados allí, al paso de nuestros autobuses “¡Ahí van los Abelarditos!
En el exterior del colegio, junto a la calle Paseo, había de un amplio patio cementado donde realizábamos las clases de Educación Física y jugábamos básquet o volibol en las canchas existentes.
La conserje que además de la función de portera, tocaba la campana para el cambio de turnos y recesos, era una señora mayor, gruesa, muy amable y cariñosa. Le decíamos “Abuela”, no recuerdo su nombre.
En los dormitorios de varones cuidaban el orden y la disciplina dos empleados: Armando, hombre ya mayor que era tuerto y Miguel Rodríguez apodado “El Gallego” un joven, sólo unos años mayor que nosotros y que en ocasiones se unía a nuestro juegos y desordenes.
Había un chino que residía en la escuela y que recibimos como herencia de la nacionalización. Era una especie de mayordomo o amo de llaves y creo que también era nuestro cocinero. Era una persona muy trabajadora, callada e introvertida, siempre atento a nuestros reclamos, que aguantaba con estoicismo digno de su inmensa paciencia asiática, las embestidas verbales y rabietas de nuestro siempre malhumorado director.
El inicio del “Cepero” tuvo buena cobertura mediática, entonces era interés del gobierno que se conociera la grandeza de aquel proyecto y para ello se publicaron varios artículos en la prensa de entonces, además un grupo de alumnos participó en el programa televisivo “Qué traigo aquí” muy popular en aquellos tiempos y en el que algunos resultaron ganadores.
Hay algunas razones más por las cuales era especial el Instituto, no es necesario nombrarlas todas. Precisamente esas características particulares que lo diferenciaban del resto provocaron su desaparición o integración a otros planes más masivos y manejables por el MINED.


RELACIÓN DE PERSONAL DOCENTE Y ADMINISTRATIVO DEL PRIMER CURSO (21 Y PASEO, VEDADO).

Nº/0 CARGO O ASIGNATURA IMPARTIDA NOMBRE Y APELLIDOS
1 Director. Francisco Calle Blanco
2 Subdirector. Enma Prado.
3 Matemáticas. René Montero.

Profesora Belmonte
4 Física. Pérez Arteche.
5 Química. García de la Vega.

Susana Esquenazi.
6 Literatura. Nuria Nuiry Sánchez.
7 Geografía. Graciela Pérez de Varona.
8 Geografía Política. Prof. Mendez o Lobaina (El Gato)
9 História. Francisco Calle Blanco.
10 Inglés. Elisa van der Heinz.
11 Francés. Alba Prol.
12 Educación Física. Lourdes.
13 Judo. Eriberto García (Cinta negra 4º Dan).
14 Guitarra Clásica. Hilda Juliach.
15 Galvanotécnia. José R. Ribas Calderón – Watts
16 Supervisor de Estudios Vespertinos. Gastón Justiz.
17 Supervisor de Estudios Vespertinos. José Fernández Retamar.
18 Orden Interior (Dormitorio Varones). Armando.
19 Orden Interior (Dormitorio Varones). Miguel Rodríguez (El Gallego).
20 Orden Interior (Dormitorio muchachas). Carmen
21 Administrador. Llerena.
22 Conserje. La "Abuela".
23 Oficinista. Aracelis Munero.
24 Bibliotecaria. "Mariposita".
25 Mayordomo y cocinero. El chino (Trabajaba anteriormente en el "Apostolado").
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